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domingo, 5 de febrero de 2012

ROCIO: MUJERES DE MADRID

Rocío se mira en las cristaleras de los escaparates, mientras camina. Su aspecto ha mejora bastante, ha cogido unos cuantos kilos que le hacían mucha falta y se ve mejor.


Siempre le han quedado bien los gorros y los pañuelos, los complementos la favorecen y ahora se anima a ponérselos aún más.


El chaquetón morado, hace conjunto, esta vez, con el pañuelo que lleva en la cabeza, de los mismos tonos, un gorro rosa palo acaba con su atuendo que le hace sentir sexy. Sin olvidar los zapatos de tacón que adornan sus pies.
Se dirige a la galería y por la hora que marca su reloj llega tarde, así que aumenta la velocidad de sus pasos.
El nuevo proyecto la tiene eufórica. Será mucho trabajo pero gratificante.


Eso la ayuda a pensar menos en su enfermedad que por ahora se mantiene a raya.
Entra en la galería, Rosa con un gesto de cabeza le anuncia que todos están en sus puestos y preparados. La esperan.
Sus alumnos impacientes por empezar charlan unos con otros, para amenizar la espera, se callan en cuanto Rocío entra por la puerta.
Mira el decorado todavía vacío.


- Perdón por el retraso. - Se disculpa
Los chicos comprenden la tardanza.


Mientras les explica algunas técnicas y trucos para facilitar el dibujo de un cuerpo humano, tarea difícil, toda la clase se para, en cuanto escuchan que se abre la puerta.


Una cabeza morena, con el pelo arrebolado, aparece como un ángel aparecería del cielo.
El modelo mira a Rocío que está sorprendida por su belleza, pidiéndole permiso para entrar.
- Entra por favor. - Rocío casi tartamudea.
El chico se percata de lo bella que es y siente para sus adentros como el corazón se le desboca.
Vuelve en sí, siempre ha sido un profesional, pero la verdad es que nunca le había pasado nada igual.


Su espacio le aguarda, mientras le esperan preparando su instrumental de pintura, se quita la ropa en el biombo y sale con el albornoz.
Rocío siente calor en sus mejillas, el primer día de clase y no va a poder empezar por la excitación.
Se recompone, aunque el corazón le late con fuerza, mientras él se quita el albornoz y la mira, se da cuenta de lo que siente al verle y se le acelera el pulso, esa sensación le gusta.
Los alumnos están preparados y los mas listos se han dado cuenta de lo que ocurre entre los dos. Algunos ya comienzan sus bocetos.
Después de haberse colocado en posición para ser plasmado en los lienzos, se acostumbra a lo que realmente es su trabajo para sacarse algunas pelas y se queda quieto como un árbol, casi sin ni siquiera respirar, pero sin perder de vista a Rocío que disimula mientras le pinta, sin poder evitar sentir lo que siente, tiene que hacer acopio de su cargo así que asume su función.


Mientras está quieto sin poder mover ni un solo músculo del cuerpo, tiene tiempo de pensar que nunca habría imaginado que lo que hace y le aburría soberanamente, ahora le parezca, divertido y excitante. Gracias a esa mujer enigmática, que sin saber de ella, quiere conocer.
Rocío entretanto, ahora más que nunca, cree que ha sido una buena idea lo de las clases y más para ella.