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miércoles, 26 de junio de 2013





Sara sale a correr, el aire del retiro es casi limpio, reconfortante y alentador.
Tal y como se encuentra necesita una vía de escape un poco de libertad y soledad. 

Es la primera vez que corre por el retiro, siempre se levanta temprano y se recorre las calles cerca de su edificio, pero harta de callejuelas de gente y de ruidos se ha decidido por algo de tranquilidad un poco de aire fresco y calma.

Piensa en Rebecca, en su boda y en lo culpable que se siente por no poder ser feliz.
Tendría que haberle dicho lo que siente antes de tomar la decisión que se supone tiene que ser la mas importante de su vida. Pero Sara no es persona de una sola mujer, no puede, se siente atrapada, siente que se ahoga en un mundo que no es para ella.

Rebecca estaba tan ilusionada, es buena y comprensiva. Pero entendería que no quiere pasar el resto de su vida con ella?? Sara se encuentra en un callejón sin salida, nada más lejos de hacerle daño y destrozarla.

Sara aminora el paso, ya está cansada lleva más de una hora corriendo, alejada de todo y de todos y en simismada en sus propios pensamientos.

En ese momento nota que alguien se pone a su lado, a la misma velocidad que lo hace ella. Mira de reojo y una mujer rubia con cola de caballo que oscila acompasada por el ritmo de sus zancadas, la obsequia con una sonrisa de oreja a oreja, Sara sorprendida y por educación hace un gesto con la cabeza.

La mujer huele a fresa y sudor es alta y delgada con movimientos ágiles quizás por hacer mucho deporte, desprende serenidad y jovialidad a la vez.

- Me llamo Clarisa. -Le dice la chica sin ninguna timidez
- Soy Sara.
- Nos sentamos en ese banco, llevo más de una hora corriendo estoy que no me tengo en pie, como tu. ¿No?
- Sí, como lo sabes??
- Llevo observándote un buen rato
Sara se asusta.
- No te preocupes no soy psicópata ni nada por el estilo, simplemente me has gustado.
La chica no tiene pelos en la lengua.
- Está bien sentémonos allí.

Una vez que está a su lado Sara observa que es tremendamente atractiva, más de lo que corriendo codo con codo parecía. Su sonrisa abierta sin ninguna verguenza, sorprende a Sara. Sus ojos son verdes y unos hoyuelos muy lindos, aparecen en sendos carrillos.

- No te he visto nunca por aquí.
- Es la primera vez que vengo
- Espero que no sea la última.
- Me ha gustado, te lo aseguro. 

Sara juega con el anillo de casada y disimuladamente se lo quita, guardándolo en el bolsillo de su sudadera.
Cada vez está más cautivada por la chica que acaba de avivar su existencia.

- Tu, también me gustas. - Le suelta bajando la mirada
Parecen dos colegialas pero le da igual.
La chica se empieza a reír asomando una dentadura increiblemente blanca. Sara también se ríe.

- Tengo que irme. -Le dice Sara. Tengo un negocio que atender.
- Ah, Sí? Que interesante. Ya hablaremos mañana. De acuerdo??
- Sí, por supuesto mañana.
Sara se dispone a seguir por su camino cuando Clarisa la llama.
- Sara!! Oye quisiera invitarte a una fiesta que doy mañana por la noche, te gustaría venir??

Sara piensa un poco, pero se da cuenta que no tienen nada que pensar no hay en el mundo otra cosa que le apetezca más que estar ahora mismo con esa mujer.

- Me encantaría. Mañana hablamos.
- Espera. Llevas movil??
- Claro.
- Apunta.

Se dan los teléfonos y cada una por su lado contentas porque se verán mañana.